Como olvidarlo, "El Niño Witrecaca". Año 2004, enero.
Carrete en la casa de un amigo que pasaba solo los veranos. Fiesta de lunes a lunes. Casa de dos pisos.
Un día, carrete de los "grandes" -nosotros- en el primer piso, y en el segundo piso primer carrete del hermano del dueño de casa con copete (debutaban), onda 15 años, jugando "Tony Hawk 2" en PSone.
Cada cierto rato los iba a ver de buena onda y noté que había un pendejo de ellos que desde el colegio que me caía como la corneta, y que estaba curado a más no poder.
Vuelvo al carrete de abajo y a la media hora me van a buscar los pendejos "porque era buena onda y me tenían confianza": "Ayuda, pasó algo con el curao".
Subo, escena: pendejo que me caía mal en el baño, tirado, vomitado. Yo -culiao malo- cagado de la risa. Detalle importante, tenía esos pantalones Adidas tipo rapero o Limp Bizkit, hasta un poco más abajo de la rodilla. Los amigos no sabían qué hacer.
Cuento corto, con un amigo les decimos a los pendejos que lo levanten, lo lleven a la cama, basurero cerca de la cama y que le cambien la ropa.
Lo levantan y... Cuan cataratas de Iguazú: el pendejo se había cagado y caen las babas cafés del diablo al suelo. Los amigos lo sueltan y el weón se azota la cabeza con el lavatorio.
Con mi amigo, maricones y con sed de venganza desde el colegio, apagamos la música del carrete y le dijimos a todos... con público, como un Rock in Rio. Llamamos a la mamá del pendejo para que lo fuera a buscar. Lo bajamos al primer piso, al patio delantero y lo dejamos en estos caballetes de construcción sentado.
Llega la mamá -rica- en un Mercedes o un BMW, pero auto la raja en resumen. Abren la puerta, lo sientan... asiento de cuero blanco. Y yo de malo con mi amigo le dijimos "weón, arrástrate más para el lado", y dejó todo el caminito de chocolate en aquellos asientos.
Ya más viejos, 18 años después, nos hemos topado en carretes y no hay mala onda, pero cada vez que se pone aguja le digo "¿cuento la historia de la caca?" y termina cualquier atisbo de conflicto que pudiese haber.
Una maravilla, aquel verano.
Bonus, viaje de estudio, el guía siempre hablaba con el micrófono pegado a la boca y a la ñata, y nos despertaba. Me tosté con el culiao, y un día que se bajó del bus, me limpié el hoyo con el micrófono y el culiao seguía hablando igual, pero hacía como el Insulza con la ñata (tic). Wuajajajajaja.